Discusiones… ¿por qué se producen y cómo evitar?

Si entras en Google y escribes ‘razones por las que las personas discuten’, el resultado es sorprendente. Toda la primera página de Google muestra resultados sobre las discusiones en la pareja. Otros temas serían las discusiones de las familias en navidad y las discusiones entre padres e hijos, pero esto ya en la segunda o la tercera página. ¿Y los compañeros de trabajo? Y los amigos… ¿con los amigos no se discute?

En realidad pasamos más tiempo en nuestra vida discutiendo del que nos gustaría. Tenemos muchas más discusiones de las deseables. Y seguro que rara vez nos hemos parado a pensar por qué discutimos, si podríamos evitarlo y en qué nos beneficiaría no discutir tanto.

En su forma más básica, una discusión se produce a causa de un desacuerdo. Este es el elemento común de todos los resultado ofrecidos por Google: un desacuerdo.

Cuando alguien se mete con algo que nos apasiona, se está produciendo un desacuerdo. Cuando le faltan el respeto a algo en lo que creemos, se está produciendo un desacuerdo. O cuando interpretamos de manera errónea lo que otro ha querido expresar, se está produciendo un desacuerdo.

Y esta última cuestión es importante… las interpretaciones. Las percepciones que cada uno de nosotros tiene sobre un mismo asunto. ¿Por qué mi percepción sobre las cosas es más importante o más valiosa que la tuya?

Nos gusta sentar cátedra y, además, tener razón. Y esto es el foco de muchísimas discusiones en nuestra vida… sin que lleguemos a entender que ambas posiciones pueden ser válidas, puesto que una misma situación se puede interpretar de diferentes maneras.

Nuestro carácter, nuestra edad, el sentido del humor, la cultura, el país donde he nacido, la educación que he recibido o, incluso, el momento de día en que me pilla… La opinión y la percepción sobre algo depende de tantas cosas…

Entre lo que yo pienso y lo que el otro entiende existen nueve pasos que distorsionan totalmente un mensaje:

• Lo que pienso.
• Lo que quiero decir.
• Lo que creo decir.
• Lo que realmente digo.
• Lo que quieres oír.
• Lo que oyes.
• Lo que crees entender.
• Lo que quieres entender.
• Lo que entiendes.

Realmente, todos estos pasos suponen posibilidades de no entendernos y en cualquier caso se puede producir la discusión.

Las soluciones a los conflictos son fundamentalmente dos: comunicación y tolerancia.

La comunicación, que con sus defectos provoca el conflicto y con sus argumentos lo apacigua es el arma más poderosa que tiene el ser humano de solucionar cualquier situación.

La comunicación, que con sus silencios nos permite escuchar al otro y comprenderlo, no desde mi perspectiva, sino desde su perspectiva.

Y para que esto se produzca debe ir unida a la tolerancia, al respeto… Un respeto que será el que provoque que la comunicación sea más eficaz entre dos personas.

El respeto será el que medie entre el categoricismo de mi opinión y  tu diferente perspectiva de una misma situación.

Y la comunicación será la que nos permita cambiar nuestra forma de expresarnos y en lugar de hablar de ‘esto es así’, podremos decir ‘en mi opinión’, ‘mi creencia es’ o ‘he observado’ para acercar nuestra postura a nuestro interlocutor y dejarle espacio para que él también pueda expresar sus opiniones.

Este simple cambio en la comunicación provoca que muchas discusiones se apacigüen. Lo he comprobado en mi día a día particular.

Hay una frase que me encanta y que, probablemente, resume todo lo comentado en este post…

¿Qué prefieres, ser feliz o tener razón?

Yo lo tengo claro… ‘Ser feliz’… ¿Y tú?