BLOG

22 Jul 2015
Desactivar el ego y pasar un buen verano

Desactivar el ego y pasar un buen verano.

El ‘ego’ es algo de lo que todo el mundo habla, pero, realmente, no sabemos exactamente qué es. Comencemos por el principio…

Diseccionando el ‘ego’…

Concluyendo entre un montón de definiciones acerca del ‘ego’, podríamos decir que se trata de un aprecio excesivo que una persona siente por sí misma. Es decir… el ‘ego’ es un exceso de autoestima.

De hecho, palabras como egocéntrico, egocentrismo, egoísta o egoísmo derivan de ella… Palabras que a nadie le ofrecen connotaciones positivas.

Desactivar el ego y pasar un buen verano

Y es que, realmente, el ego nos hace distanciarnos de la persona que somos, hace que construyamos máscaras para mostrarnos al exterior.

¿Qué máscaras puede tener el ego?

Podemos hablar de cinco máscaras muy visibles en las personas.

La primera, el victimismo.

Cuando una persona piensa que el mundo está contra ella, que siempre sale perjudicada de cualquier situación, es su ego quien está actuando. Esta forma de actuar aleja a la persona de disfrutar de las oportunidades que le ofrece cada momento. En lugar de disfrutar de las cosas diferentes que le ofrece cada día de sus vacaciones se refugia en ideas como, por ejemplo, ‘aquí hay mucha gente’, ‘habrá medusas en el agua’, ‘mis amigos no cuentan conmigo para salir’, ‘nadie me quiere’ o cualquier otro tipo de pensamiento similar que hace culpable a todo lo que tiene alrededor excepto a su propio pensamiento.

Una víctima es una persona que está pendiente de lo que el mundo hace de malo hacia ella, el foco está en uno mismo y eso potencia al ‘ego’ que nos martiriza.

Girar hacia el optimismo y ver las cosas desde otra perspectiva es una forma de combatir esta actitud.

La segunda, querer siempre ser el centro de atención.

La persona busca el reconocimiento permanente porque se cree que todo lo hace fenomenal. Lo que en realidad denota es una falta de autoestima, pero lo expresa de manera inversa.

Cuando una persona busca siempre ser el centro, los demás se acaban cansando de ella y dejan de buscar su compañía, lo que le impide disfrutar de todas las cosas buenas que le ofrece un periodo estival.

La escucha, la observación y, sobre todo, la humildad son las armas con las que combatir esta acritud.

La tercera, los reproches.

Cuando uno se carga de responsabilidades, en muchos casos innecesarias, y las comunica cada vez que tiene la oportunidad, está descargando su ego sobre esas responsabilidades. Es una forma de huir de uno mismo.

Son ese tipo de personas que asumen muchas responsabilidades que no les corresponden y aprovechan cualquier situación para ‘echar en cara’ lo que han hecho. No lo hacen de corazón, sino para descargar un ego que no les cabe dentro.

El amor es la forma de combatirlo. Cuando las cosas se hacen de corazón y sin esperar nada a cambio, las relaciones con los demás fluyen mucho mejor.

La cuarta, buscar culpables.

Las personas que no gestionan su ego se meten en charcos que les acaban salpicando en la cara. Y para salir de esa situación, buscan siempre algún culpable.

Cuando esta actitud se repite, los demás acaban desplazando a esa persona que siempre genera conflictos.

La prudencia evita meterse en jardines de los que es complicado salir.

La quinta, la falta de espontaneidad.

Otra máscara del ego se manifiesta cuando no se admiten las situaciones espontáneas y la persona se encierra en sus rutinas. Les molesta que los demás sean capaces de disfrutar de aficiones diferentes, nuevas…

La tolerancia es la vía para combatir esa falta de espontaneidad. La tolerancia es la compañera para poder modificar rutinas.

¿Existen formas de desactivar el ego?

Fundamentalmente, centrarnos en cosas que estén fuera de nosotros mismos.

El aprendizaje, la atención plena al momento presente, disfrutar de los eventos, las compañías, las nuevas oportunidades que ofrece el verano como salida de la rutina de nuestros quehaceres diarios, disfrutar de cosas diferentes con la familia… En definitiva, todo aquello que nos haga salir de nosotros mismos y centrarnos en otra cosa o en los demás, suele mantener bastante a raya a nuestro ego.

Otra forma de desactivar el ego es dejar a un lado a nuestras expectativas sobre los demás, que sólo conducen a frustraciones cuando no se cumple lo que estamos deseando. Poner expectativas en los demás significa poner parte de nuestra felicidad en sus manos.

Como conclusión…

Puesto que al ego le gusta que las cosas sean como nosotros deseamos que sean, la mejor forma de desactivarlo es no tener tantos deseos y aprovechar para vivir el momento presente. Que unas vacaciones, bien lo merece!!!

admin

Mis valores son la flexibilidad, el respeto y la comunicación. Consultora, Formadora y Coach en coaching organizacional, desarrollo de habilidades de dirección y comunicación interpersonal y organizacional. Me entusiasma acompañar en las transformaciones de las personas y las organizaciones a través de la consultoría y la formación.

Escribe tu comentario