BLOG

12 Nov 2014
Mecanismos de Defensa - Google Images

La utilidad de los ‘mecanismos de defensa’…

Desentrañamos, hoy, actitudes habituales…. Todos hablamos con habitualidad de los mecanismos de defensa que tenemos las personas, pero, realmente…..

¿Qué son los mecanismos de defensa?

Son procesos inconscientes que nos defienden cuando no estamos preparados para aceptar la verdad.

El término lo usó por primera vez Freud, allá por el año 1894.

Mecanismos de Defensa - Google Images

¿Cuándo aparecen los mecanismos de defensa?

Surgen sin avisar, cuando una situación nos desborda. Y, aunque podemos reconocerlos y analizarlos, no solemos advertir su presencia en el momento en que aparecen, en que se ponen en funcionamiento.

Científicamente, podríamos decir que el sistema nervioso distingue nuestros sentimientos a través de nuestro sistema nervioso, a través de los receptores que viajan por todo nuestro cuerpo y van informando a nuestro cerebro de todas nuestras sensaciones. Cuando el cerebro recibe la información de una sensación negativa, la mente intenta eliminarla y nos hace reaccionar en consecuencia para defenderse de cualquier tipo de dolor.

¿Cómo se construyen nuestros mecanismos de defensa?

Por un lado, hay una huella generada por nuestros padres, ya que todos los seres humanos, cuando somos bebés, tendemos a copiar los procedimientos de nuestros padres. Y, entre estos procedimientos, se encuentran sus mecanismos de defensa que, sin darnos cuenta, los adoptamos, los integramos y comenzamos a utilizarlos.

Debido a esto, no sólo nos afectan los esquemas de nuestros padres, sino de todas aquellas personas que nos resultan significativas en nuestra infancia…

Los mecanismos de defensa pueden tener un carácter primitivo o ser muy elaborados. Por descontado que para elaborar cuidadosamente un mecanismo de defensa debemos tener una edad porque de pequeños, no somos capaces de elaborarlos adecuadamente. Y, curiosamente, cuanto más primitivo sea el mecanismo, más eficaz es en el corto plazo para lidiar con una situación que nos supera. Y, sin embargo, puede resultar muy ineficaz a largo plazo, ya que nos impide ir elaborando los recursos que necesitamos para hacerle frente a una situación compleja.

¿De qué manera influyen estos mecanismos en nuestras decisiones?

Pueden afectar notablemente a nuestra visión de la realidad.

Cuando se dan esas típicas situaciones, que todos hemos vivido, en las que lo que nos gusta hacer no coincide con nuestros patrones reales de conducta, debemos analizar si hay algún mecanismo de defensa interfiriendo. Cuando esta tensión entre lo que queremos y lo que ‘debemos’ hacer se produce, determina nuestra visión de los hechos e interviene en las decisiones que tomamos.

Frente a una situación adversa, este mecanismo toma el mando desde el inconsciente y actúa como un escudo.

¿Cuáles son los más comunes?

Hay muchos mecanismos de defensa, ya que se construyen a medida. Pero sí… hay algunos comunes, entre los cuales destaco tres:

– La negación:

Consiste en refutar la realidad porque es demasiado dolorosa. La persona actúa como si el hecho no hubiese ocurrido o no existiese. Se utiliza mucho, por ejemplo, en los procesos de duelo ante una pérdida de un ser querido, por ejemplo.

Se considera uno de los mecanismos de defensa más primitivos, característico de la infancia.

Se utiliza también cuando no queremos aceptar una adicción. En definitiva, cuando queremos actuar como si el problema no existiese.

– La proyección:

Con este mecanismo de defensa, le atribuimos a otra persona sentimientos, deseos o motivos que son nuestros pero no reconocemos como propios. No queremos aceptarlos porque desequilibrarían la imagen que tenemos de nosotros mismos. Al proyectarlos sobre otra persona, nos sentimos aliviados y podemos mantener una relación sin tensiones con nuestro propio ‘yo’.

Un ejemplo es cuando alguien acusa a otro de que no escucha sin darse cuenta realmente de que es uno mismo quien realmente no escucha. Es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que en el propio, no??

– La compensación:

Mediante este mecanismo de defensa, intentamos compensar una debilidad percibida enfatizando las fortalezas que tenemos en otros ámbitos en los que actuamos.

Al centrarnos en una fortaleza, podemos reconocer más fácilmente que no ‘podemos’ ser buenos en todas las áreas de nuestra vida y logramos aceptar esa debilidad antes de que llegue a resultarnos vergonzosa.

Como ejemplo pondría a un ama de casa cuyo fuerte no es cocinar. Y enfatiza lo bien que limpia para paliar esta debilidad.

En este caso y siempre y cuando no exageremos nuestras fortalezas y habilidades, este mecanismo de defensa puede ser positivo porque nos puede ayudar a tener una mejor autoestima y a mejorar la imagen que tenemos de nosotros mismos, pero, insisto, sin exagerar.

¿Podemos modificarlos?

Como todo lo que nos propongamos en la vida, sí.

Lo potenciador es modificar aquellos que nos limitan.

La forma de hacerlo pasa, en primer lugar, por, primero reconocer que una situación nos incomoda y, segundo, analizar qué es lo que nos incomoda realmente, no sólo de la sensación en sí misma, sino también de las consecuencias que nos provoca que ese mecanismo de defensa se ponga en acción.

Una vez realizada esta reflexión, llega el momento de pensar cómo debemos actuar para que no se produzcan esos malestares y esas consecuencias no deseadas…

Y aquí viene la madre del cordero… porque debemos trabajar y trabajar y trabajar para modificar esa conducta, ese hábito, esa actitud o ese mecanismo hacia una forma de actuar, de sentir y de pensar más potenciadora para nosotros mismos.

Esta es la fase difícil de modificación de un mecanismo y, os diría, de cualquier cosa en la vida…

Como conclusión…

La observación de nosotros mismos es muy importante para definir cuáles son aquellas sensaciones o hábitos que no nos afectan negativamente y para modificar las consecuencias de su puesta en acción.

admin

Mis valores son la flexibilidad, el respeto y la comunicación. Consultora, Formadora y Coach en coaching organizacional, desarrollo de habilidades de dirección y comunicación interpersonal y organizacional. Me entusiasma acompañar en las transformaciones de las personas y las organizaciones a través de la consultoría y la formación.

Escribe tu comentario